Cuando llamé y me dijeron "Multiplex buenas tardes" sentí que estaba cerca, pero sabía que faltaba, todavía, la pregunta más importante. Esa que uno teme hacer y que sólo es superada, en importancia y temor, por: es benigno? Y la hice: tenés entradas para ver los simpsons esta noche?
La respuesta afirmativa me dibujó una sonrisa. El horario de la una de la mañana era ideal.
Más de 15 años esperando ese momento y parecía al alcance de mi mano. Cuestión de horas, al fin. Si hasta me dieron un código de reserva que aún recuerdo: 3849.
La única exigencia, mi único deber para cumplir con ese sueño amarillo era estar media hora antes de la función. Nada más.
A las 24 hs terminó el partido, perdimos, ni un remate bien dirigido. Qué importaba la derrota? Esta vez no importaba. Me duché rápido y sin saludar al resto del equipo subí a mi coche y me fui. Corrí, como el viento por Libertador. Esquivé taxis y me colé entre camiones de basura. Sólo Traverso, el flaco no Susana, podría entender la velocidad como yo la entendí anoche.
Llegué al Multiplex de Belgrano a la hora señalada. La esquina estaba oscura y fría como la noche. Atípicamente oscura para un suceso como el que albergaba. Bajé del auto y caminé temeroso. Las boleterías cerradas helaron mi sangre más que cuaquier ola de frio polar. Ni una persona podía divisarse en metros a la redonda. Pensé en Bruce Willis muerto sin saberlo y miré mi auto. Intacto. Había manejado bien, como nunca. Estaba vivo.
Un hombre sombrío se asomó por la puerta del cine al verme husmeando entre el cartel de Transformers y otro que no recuerdo. Me miró, movió la cabeza invitándome a hablar y, dudando de que haya entendido el gesto, preguntó: qué buscás? Brevemente expliqué mi presencia entre esos afiches. Él sonrió y dijo: no, trasnoche es mañana. Hoy no.
Estaba confundido. Yo llamé por teléfono, hice la reserva, me dieron el número 3849.
Tengo un número de reserva y es 3849! grité. Él, ahora serio, terminó la conversación: está cerrado, debe ser para mañana.
Retrocedí unos pasos, cada paso aplastaba mi ilusión de más de 15 años de espera. 15 años de espera que ahora serían 15 años y algunos días.
Me detuve en la esquina y repasé los números 3 8 4 9. Los multipliqué, los sumé y los intercalé, siempre convencido de que había algo en ellos. Ahí debía estar la clave. Por qué esos y no otros?Pero no encontré nada. Pensé: 4 8 15 16 23 42... pero tampoco.
Los Simpsons la película estaba siendo proyectada en miles de salas en todo el mundo y yo no estaba en ninguna de esas.
3849, ese era mi pasaporte a la trasnoche del jueves. Trasnoche que nunca existió. Cómo? Porqué esa operadora me dijo: Multiplex buenas tardes y me dio ese número de reserva. Porqué se molestó en explicarme que la sala era grande y no iba a tener problema de ubicación. Por qué?
Cómo puede desaparecer una función de trasnoche? Qué oscura fuerza posee el 3849 que me impide ver a Homero y su mascota en pantalla grande? Qué pasó entonces con mis entradas, Quién me dio esos números? Será una señal?
Anoche no dormí. Todavía tengo miedo.
De todas formas se que no hay fuerza oculta en esta tierra, ni en otras, que me impida este sábado ver Los Simpsons la película. Sépanlo!